miércoles, 30 de noviembre de 2011
sábado, 1 de octubre de 2011
EN NUESTROS OJOS
El gato juega con su amada luna
como a un ovillo pelotea
por instantes la cubre y
un amor inunda la ciudad.
Los vidrios de las ventanas estallan
las luciérnagas se confunden
con los ojos del cielo.
Nadie puede ocultar sus bebidas
sus lomos de lluvia
sus flamígeras manos
sus palmas de niebla.
Los mendigos se cubren con el color de las flores
una pequeña carretera contempla la caída de
2
cuerpos.
In our eyes
the night flies.
como a un ovillo pelotea
por instantes la cubre y
un amor inunda la ciudad.
Los vidrios de las ventanas estallan
las luciérnagas se confunden
con los ojos del cielo.
Nadie puede ocultar sus bebidas
sus lomos de lluvia
sus flamígeras manos
sus palmas de niebla.
Los mendigos se cubren con el color de las flores
una pequeña carretera contempla la caída de
2
cuerpos.
In our eyes
the night flies.
sábado, 6 de agosto de 2011
LA PUERTA DE LA HABITACION EN SOMBRAS
La puerta de la habitación en sombras
Estira su brazo misterioso
Viste un traje largo
Semejante a la noche sin estrellas
Las costuras de su boca brillan
No obstante sus ojos disparan
Palabras inesperadas espléndidas
En los calvarios
Por su piel comprendemos la violencia
Sobre aquel caminante desaliñado
Que llegó en silencio e inequívoco
Se adentró en la habitación
Y la carne fría tiembla.
Bufón de ultratumba no te olvides
No dejes de llevarte la locura de las horas
El sueño lastimero los rostros incoloros
Acércate a la puerta en luz de la memoria
Con tu huella de anillo azul en tu dedo
Embellece este ritual de camas vacías.
miércoles, 27 de julio de 2011
JUAN (HOMENAJE A UN PERUANO ANONIMO COMO TANTOS)
No sé qué le pasó a Juan. Ayer vomitaba sangre. Tenía los ojos enrojecidos de ira, y fumaba ocho cajetillas al día para quitarse el stress. Dicen que perdió su trabajo, que el camino a casa lo descubrió con los bolsillos vacíos, dicen también que ya sólo le quedaba la muerte. Todo se había reducido a nada, y así era imposible continuar.
¡Cuánta ironía en aquel hombre pequeño! ¡Cuántos problemas en un solo hombre! Una hormiguita obrera -sin chamba- con gorra proletaria para protegerse del sol, con manos callosas y la piel rugosa tan rasposa como su voz.
No pudo más. Hierba mala nunca muere. Pero tú, Juan, debiste ser como ellos, como tus empleadores de saco y corbata, como esas hierbas que aunque caen en el peor terreno siguen vivas; seguro que así nunca hubieras sido derrotado por la vida. Sin embargo, tú eras buena hierba, un hombre con mayúsculas. La vida se ha hecho para los más voraces, los más salvajes. Tú nunca habrías llegado a ser un gobernante, para eso te faltaba volver a nacer con la malicia que es el sello y marca registrada de ellos. Por eso viven, por eso son reelegidos a diestra y siniestra, por eso abultan sus cuentas bancarias como el buche de palomas tragamonedas. Juan, la vida no te benefició como a otros. Tú no tenías carné de simpatía. A ti las cosas no te llegaron fáciles, y nunca te llegaron. Juan, tú no tenías un nombre rimbombante. Tu vida ya era insufrible: habías llegado a tu última resistencia. Tu cuerpo no podía más.
Ayer, antes de salir de casa para encontrarse con la muerte -como en familia-, Juan eligió una tijera, quizá para cortar sus días. A los pies de su cama, sobre una mancha roja, yacía un papel recortado con una forma similar al país de las maravillas que sólo podía ver en sus sueños; pero que en el intento sólo pudo parecerse a un país como éste.
¡Cuánta ironía en aquel hombre pequeño! ¡Cuántos problemas en un solo hombre! Una hormiguita obrera -sin chamba- con gorra proletaria para protegerse del sol, con manos callosas y la piel rugosa tan rasposa como su voz.
No pudo más. Hierba mala nunca muere. Pero tú, Juan, debiste ser como ellos, como tus empleadores de saco y corbata, como esas hierbas que aunque caen en el peor terreno siguen vivas; seguro que así nunca hubieras sido derrotado por la vida. Sin embargo, tú eras buena hierba, un hombre con mayúsculas. La vida se ha hecho para los más voraces, los más salvajes. Tú nunca habrías llegado a ser un gobernante, para eso te faltaba volver a nacer con la malicia que es el sello y marca registrada de ellos. Por eso viven, por eso son reelegidos a diestra y siniestra, por eso abultan sus cuentas bancarias como el buche de palomas tragamonedas. Juan, la vida no te benefició como a otros. Tú no tenías carné de simpatía. A ti las cosas no te llegaron fáciles, y nunca te llegaron. Juan, tú no tenías un nombre rimbombante. Tu vida ya era insufrible: habías llegado a tu última resistencia. Tu cuerpo no podía más.
Ayer, antes de salir de casa para encontrarse con la muerte -como en familia-, Juan eligió una tijera, quizá para cortar sus días. A los pies de su cama, sobre una mancha roja, yacía un papel recortado con una forma similar al país de las maravillas que sólo podía ver en sus sueños; pero que en el intento sólo pudo parecerse a un país como éste.
miércoles, 20 de julio de 2011
EN UNA GOTA

En una gota el mundo llora
desde las hojas de la vida muestra su tristeza líquida
su llanto celeste su agua despilfarrada
su monumento de dolor y cae
cae ante nuestros ojos desquiciados
ante nuestras manos exiliadas
ante nuestras bocas carcomidas por la sed
y la angustia del no saber qué hacer ni a dónde ir
para curar esa herida cristalina
nos inmoviliza y aturde
porque la tierra en una gota llora
se llora por nosotros pecadores
a la hora de su muerte y no podemos hacer nada
sino destaparnos la consciencia
y recibirla en las cuencas de nuestros ojos
secos como guijarros y exactos como una tumba
de piel y huesos que se abre ante ella.
Walter Toscano
C.G.
Miércoles, 2011-02-23
13:15 p.msábado, 1 de enero de 2011
DE BREVEDADES Y SILENCIOS (POEMAS CORTOS)

I
Ahí estaba ella
Arcilla pura el cuerpo
Miel los labios y los ojos.
Su breve circunstancia
En una máquina interrogada
El pulso sumergido en la pantalla
El desconocido poeta sin laureles
La respuesta naufragando en impaciencia.
II
Es una pena que nos fusilen
Como a pájaros salvajes
Derretidos por el fuego
De sus bocas.
Ya no hay bulla:
La alegre bulla de la vida.
¡Es una gran pena!
La vejez nos coge inconfesados.
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